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martes, 5 de febrero de 2008

Estudio sobre el Deyabu



La memoria humana, la habilidad de evocar imágenes mentales vívidas de pasadas experiencias, ha sido estudiada ampliamente durante más de cien años. Pero hasta hace poco, es sorprendente que se haya realizado muy escasa investigación sobre procesos cognoscitivos que subyacen bajo otras formas de viaje mental en el tiempo, la habilidad de imaginar claramente o "verse" a uno mismo participando en un evento futuro. Un estudio de este último fenómeno revela detalles sorprendentes sobre el mismo.

Comparando las imágenes de la actividad cerebral que se produce como respuesta a un "auto-recuerdo" y las correspondientes a un evento de "auto-futuro", se ha hallado una sorprendente superposición entre las regiones del cerebro empleadas para recordar el pasado y las usadas para pronosticar el futuro.

Los autores del nuevo estudio, de la Universidad de Washington en Saint Louis, han empleado técnicas avanzadas de visualización del cerebro para mostrar que recordar el pasado y prever el futuro pueden ir de la mano, ya que cada proceso desencadena patrones muy similares de actividad, precisamente dentro de la misma amplia red de regiones cerebrales.

"En nuestras vidas diarias, probablemente empleamos más tiempo previendo lo que vamos a hacer dentro de un rato o mañana, que el que empleamos recordando, pero no se sabe mucho sobre cómo formamos estas imágenes mentales del futuro", explica Karl Szpunar, autor principal del estudio. "Los resultados de nuestro estudio proporcionan un sólido apoyo a la idea de que la memoria y el pensamiento futuro están muy relacionados, y ayudan a explicar por qué pensar en el futuro sería imposible sin los recuerdos".

El estudio ha servido para conocer mejor cómo la mente humana depende de una buena colección de recuerdos de experiencias vividas en el pasado, para prepararse con vistas a los desafíos futuros.

El estudio demuestra que la red neuronal subyacente en el pensamiento futuro no está aislada en la corteza frontal del cerebro, como algunos habían especulado. Aunque los lóbulos frontales desempeñan un papel bien doholaentado en llevar a cabo las funciones ejecutivas orientadas al futuro, tales como la anticipación, la planificación y la supervisión, la "chispa" que pone en marcha estas actividades puede muy bien ser el mismo proceso de preverse a uno mismo en un evento futuro específico, una actividad basada y dependiente de la misma red neuronal distribuida que sirve para rememorar los recuerdos autobiográficos.

Dentro de esta red neuronal, los patrones de actividad sugieren que los contextos visual y espacial para nuestro futuro imaginado se construyen uniendo fragmentos que extraemos de nuestras experiencias pasadas, incluyendo los recuerdos de movimientos específicos del cuerpo y los cambios de perspectivas visuales, datos almacenados cuando navegamos a través de escenas similares del pasado.

Otros coautores del estudio son Jason M. Watson (ahora profesor de psicología en la Universidad de Utah), y Kathleen McDermott (profesora de psicología y radiología, de la Universidad de Washington).

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